• Profecía 2068

    LA PRIMERA VEZ que lo vi, el hombre estaba solo, sentado dentro de una cabina de madera que entonces uno solía encontrar en aquellos anticuarios destartalados de paredes de roca fresca (llamémoslo así) y destinados a menesteres prácticamente en desuso. Aquella humedad me transportaba al olor a cerrado que se respiraba en las buhardillas de las casas de mis ancestros,…