Miré el reloj y me encontré con que disfrutaba de una hora libre en la ciudad. Caminé por la acera de la avenida, sorteando viandantes, mirando escaparates. Pero el calor apretaba y yo no llevaba crema, ni gorra, ni gafas de sol. Podría haberme sentado en cualquier terraza con toldo, dejar correr la espuma de la cerveza fría por la…