La maleta está arrumbada. Hará quizá más de cincuenta inviernos que se pudre, quieta y sin abrir. La que emigró a Hesse y la que trajo al pueblo el progreso alemán en forma de magnetofón. Cada año fue pasando de moda, descoloriéndose y destejiéndose por las esquinas, la maleta emigrante, en silencio e inmóvil en el altillo de un armario…