Entre volcanes y la mar, la ciudad, esta ciudad en su último día, este monumento en sepia, dorado marfil, luz beatífica en las mañanas, embriagada de alisios y sombras fucsias en el cielo de noche, mareas bajas, lunas crecientes, este callejero beodo de acentos y melaninas, patinetes eléctricos, y un taxi viejo y amarillo y veloz por Manolo Millares, palmeras…