Con un Celtas corto entre los labios, joven y confundido entre la muchedumbre de la Estación de Francia, agarrado a las manijas metálicas de su vieja maleta de cuero marrón, alto y con su sombrero de ala corta, así me imaginaba yo a mi abuelo aguardando un tren rumbo a un país lejano para buscarse un porvenir en aquellos primeros…