Costumbrismo,  Recuerdos,  reflexión

La vida según Playmobil

Nieva sobre la ciudad. Pero a los Playmobil les da lo mismo, no sienten frío. Visten manga corta, sonríen todo el tiempo. Ellos son así, felices a pesar de todo. Pueblan las calles, las terrazas de los bares, el parque de atracciones, los supermercados. Y los que se quedan en casa, acunan al bebé, acompañan al abuelo en el sofá, montan el árbol de Navidad. La PlaymoCity Navideña, así se llama la fantástica e idílica urbe a pequeña escala que recorre todos los rincones de España. Papá Noel lee cartas en la buhardilla de una casa de cuento, con tejados a dos aguas, mientras sus duendecillos embalan los paquetes abajo en el vestíbulo. Y en la calle desfila la Cabalgata de los Reyes Magos colmada de regalos y escoltada por vehículos de la policía y de emergencia sanitaria. Y los ciudadanos de esta fabulosa ciudad saludan desde las aceras, con reverencias o alzando los brazos. Todo es posible en la vida Playmobil: la convivencia entre Santa Claus y los Reyes, la sonrisa en un hospital, un tenderete de helados en pleno invierno, ¡y hasta una tienda exclusiva de Playmobil donde los Playmobil compran juguetes de Playmobil! Lo que atrae son los detalles, ¡tan humanos al mismo tiempo! Niños en el tiovivo, en el toro mecánico, en la noria, en los quioscos. Adultos comiendo pizza o hamburguesa en los puestos ambulantes. Conductores repostando en una gasolinera. Un gato romano cruzando la calle hacia un contenedor…

Se aproxima la Navidad y regresan las añoranzas de la infancia. El Playmobil refleja un mundo que sublima la comedia humana, que filtra y endulza lo amable de la sociedad. El Playmobil gusta porque recoge la belleza de la inocencia. De niños aprendemos a jugar así, a forjarnos la ilusión noble de una vida de ensueño. Pero el paso del tiempo y las dificultades nos enseñan un realismo a veces crudo y plagado de desilusiones, pesimismo y desconcierto. Tales males inexorables no pertenecen a la idiosincrasia Playmobil. Por eso, la gente que acude a esta exposición no puede evitar el dibujo de una sonrisa, un gesto de entusiasmo, se aplaymobilan. Recuperan un hechizo primigenio, un encantamiento original mientras posan la mirada sobre un mundo sin mascarillas, de nieve y helados, de sonrisas eternas, de familias que no discuten, donde la única melancolía de los Playmobil es la de aguardar con ilusión navideña al niño que juegue con ellos; al niño que les regale una historia, un sentido, una vida.

                                           Antonio F. Jiménez

                                                 

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El último de sus antepasados hallado en los libros de bautismos y defunciones se apellidaba Jiménez Fernández. Lo cual quiere decir que a veces se necesitan unos cuantos siglos para darle la vuelta a la tortilla. Escribe periodismo narrativo y da fe de ello con su libro 'Una vida retirada' (2019, Círculo Rojo). Estos artículos, columnas o reparandorias -como él gusta de llamar- no son otra cosa que echar un párrafo en el cruce de algún camino en esta vasta ciudad a veces llamada de la telaraña.

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