Debió de ser hacia el año sesenta. Quizás en uno de esos viajes a Valencia. El abuelo trabajaba como peón de obras públicas por aquellas carreteras levantinas y, al preguntar en el tajo, alguien le diría que en los talleres Tatay fabricaban las mejores guitarras. Quería regalarle una a su hijo. Puede que también se la llevara a casa el…
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Magua de ultramar
Entre volcanes y la mar, la ciudad, esta ciudad en su último día, este monumento en sepia, dorado marfil, luz beatífica en las mañanas, embriagada de alisios y sombras fucsias en el cielo de noche, mareas bajas, lunas crecientes, este callejero beodo de acentos y melaninas, patinetes eléctricos, y un taxi viejo y amarillo y veloz por Manolo Millares, palmeras…
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Noches del mes de abril
Estos últimos días que ha hecho tan buen tiempo he cogido la costumbre de subir algunas tardes a la azotea que hay en el edificio donde vivo para hacer algo tan improductivo como práctico y saludable: expandir la mirada hacia el horizonte y procurar que sea el exterior el que acapare toda la atención del momento y no tanto mis…
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Con el azadón al hombro
Se despertó todavía de noche. Encendió la radio. «En España hay veinte mil enchufes de recarga para coches eléctricos…». Cambió de emisora y dio con un punteo de guitarra. La música le hacía hundirse plácidamente en la cama; pero la apagó y se incorporó. A lo lejos se oían ranas y grillos zapateros. De debajo de la cama sacó el orinal…
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Millones en el aire
Me chocó la forma tan peculiar con la que un matrimonio setentón decía su número de identidad. Fue en una clínica comarcal de cirugías menores. La administrativa preguntó primero al hombre por su carné en el mostrador de citas y él apoyó medio brazo en el aluminio y comenzó con la primera cifra. En vez de siete, dijo siete millones.…