• Respirar

    Ha muerto una mujer que no tenía miedo a morir sino a dejar de respirar. Me lo confesó un domingo de hace años en el pueblo, cuando ella bajaba a su casa por la Gran Vía después de la misa de once y yo subía hacia la Plaza de Abastos a comprar el pan. Era invierno. A ella la recuerdo…

  • Recobrar una historia

    Debió de ser hacia el año sesenta. Quizás en uno de esos viajes a Valencia. El abuelo trabajaba como peón de obras públicas por aquellas carreteras levantinas y, al preguntar en el tajo, alguien le diría que en los talleres Tatay fabricaban las mejores guitarras. Quería regalarle una a su hijo. Puede que también se la llevara a casa el…

  • Verano

    Dicen que en el pueblo no deja de llover. Que los rayos desgajan los cielos cenicientos. Que han vuelto a sacar la ropa de otoño, ese eterno antaño, y que han abierto los paraguas como una floración a destiempo. Uno, desde tan lejos, se imaginaba ya, sin embargo, esas primeras y largas tardes azules de junio, la gente bajando al…

  • Magua de ultramar

    Entre volcanes y la mar, la ciudad, esta ciudad en su último día, este monumento en sepia, dorado marfil, luz beatífica en las mañanas, embriagada de alisios y sombras fucsias en el cielo de noche, mareas bajas, lunas crecientes, este callejero beodo de acentos y melaninas, patinetes eléctricos, y un taxi viejo y amarillo y veloz por Manolo Millares, palmeras…

  • Remiendos piadosos

    Con un Celtas corto entre los labios, joven y confundido entre la muchedumbre de la Estación de Francia, agarrado a las manijas metálicas de su vieja maleta de cuero marrón, alto y con su sombrero de ala corta, así me imaginaba yo a mi abuelo aguardando un tren rumbo a un país lejano para buscarse un porvenir en aquellos primeros…

  • Wonderwall

    Están abajo, en la poza, cerca del chorro. Desde ahí los cañaverales del río y las rocas majestuosas del cerro dejan a la vista tan solo una cuña de cielo azulísimo. Los chicos se colocan bajo la cascada, bucean con azogue y emergen exhalando el aire como a punto de la asfixia. Ellas levitan y conversan en el agua, tranquilas.…

  • De vuelta

    Abandona el cerco de Madrid y se enfila por la calurosa autopista que habrá de desembocar en su tierra levantina. A esta hora de la siesta reluce entre los claroscuros de abril un imponente sol de agua. No le gustaría que la lluvia ensuciase su flamante Sportage. Quita la radio cuando ve a la pareja de la Guardia Civil. Le…

  • Ida y vuelta

    El cine era la ilusión de que la vida actuara pronto sobre nosotros. En noches aburridas y lluviosas, casi siempre nos proyectaba la visión y el consuelo acerca de lo que probablemente nos estaba aguardando ahí afuera. Un amor, la vida lejos del pueblo. Historias por vivir. Todo el tiempo nos buscábamos en la ilusionante y vaporosa lejanía de las…

  • Navidad de interior

    Ya suena Sinatra, ya suena Bublé. Alguien dice: «¡Abrid puertas, subid persianas, dejad que entre toda la indudable luz del día y limpiad el comedor para la Nochebuena a ritmo de big band jazz!». A pesar de todo, ya es Navidad. Habrá que dejar a un lado por ahora toda esa música triste de fuego a media leña, trompetas urbanas…

  • Tempestad petrificada

    Una niña le coloca una mascarilla a Miguel de Unamuno. A la estatua de Miguel de Unamuno. Sus padres ríen, consienten. Es un signo de los tiempos. Quizás Unamuno habría reído también, aun quejumbroso. Se habría dejado, azul y quijotescamente, enmascarar por esta niña, a la que le quedan unos cuantos años para saber quién es Miguel de Unamuno. Se…