• Respirar

    Ha muerto una mujer que no tenía miedo a morir sino a dejar de respirar. Me lo confesó un domingo de hace años en el pueblo, cuando ella bajaba a su casa por la Gran Vía después de la misa de once y yo subía hacia la Plaza de Abastos a comprar el pan. Era invierno. A ella la recuerdo…

  • Recobrar una historia

    Debió de ser hacia el año sesenta. Quizás en uno de esos viajes a Valencia. El abuelo trabajaba como peón de obras públicas por aquellas carreteras levantinas y, al preguntar en el tajo, alguien le diría que en los talleres Tatay fabricaban las mejores guitarras. Quería regalarle una a su hijo. Puede que también se la llevara a casa el…

  • Verano

    Dicen que en el pueblo no deja de llover. Que los rayos desgajan los cielos cenicientos. Que han vuelto a sacar la ropa de otoño, ese eterno antaño, y que han abierto los paraguas como una floración a destiempo. Uno, desde tan lejos, se imaginaba ya, sin embargo, esas primeras y largas tardes azules de junio, la gente bajando al…

  • Dejarse llevar

    Desde hace unos días, entre sentimental y mareado de soles inauditos de noviembre, me engancho y me refugio en Vetusta Morla, tanto tiempo después. Como un viejo amor que se cruza de pronto, así se me apareció su música la otra tarde en el coche, en un aleatorio de Spotify, mientras regresaba a casa de hacer la compra bajo un…

  • Noches del mes de abril

    Estos últimos días que ha hecho tan buen tiempo he cogido la costumbre de subir algunas tardes a la azotea que hay en el edificio donde vivo para hacer algo tan improductivo como práctico y saludable: expandir la mirada hacia el horizonte y procurar que sea el exterior el que acapare toda la atención del momento y no tanto mis…

  • Remiendos piadosos

    Con un Celtas corto entre los labios, joven y confundido entre la muchedumbre de la Estación de Francia, agarrado a las manijas metálicas de su vieja maleta de cuero marrón, alto y con su sombrero de ala corta, así me imaginaba yo a mi abuelo aguardando un tren rumbo a un país lejano para buscarse un porvenir en aquellos primeros…

  • Con el azadón al hombro

    Se despertó todavía de noche. Encendió la radio. «En España hay veinte mil enchufes de recarga para coches eléctricos…». Cambió de emisora y dio con un punteo de guitarra. La música le hacía hundirse plácidamente en la cama; pero la apagó y se incorporó. A lo lejos se oían ranas y grillos zapateros. De debajo de la cama sacó el orinal…

  • Recuerdos de ceniza

    Durante largo tiempo me costaba situar en el mapa muchos de los montes por donde había transcurrido la vida al aire libre de mi abuelo, y de los que me hablaba en sus romances de los domingos con el mismo entusiasmo que si recordara viejos amigos a los que hace mucho que no ve. Yo no encontraba en aquellos vetustos…

  • Espionaje del sábado noche

    COMO todos los sábados del verano a las tantas de la madrugada los adolescentes pasan por debajo de la ventana de mi habitación. Este barrio del pueblo les sirve como atajo tranquilo para ir a los pubs desde el jardín del botellón, y a esas horas, claro está, solo quieren exaltar la amistad. La ola de calor no me deja…

  • Toy Story

    DICE la escritora Natalie Goldberg que es bueno volver al hogar. No para quedarnos en casa de nuestros padres, ni instalarnos en aquel cuarto adolescente donde se forjaba todo nuestro sueño de vida y que a veces se conserva como un mausoleo del tiempo perdido. Cuenta Goldberg en El gozo de escribir que cuando viajó de Estados Unidos a Israel…